Ahora mismo, puede que vida pareciera un bote en medio de una furiosa tempestad, tu situación puede estar más allá de toda esperanza. La tormenta que se arremolina a tu alrededor puede ser más atemorizante que cualquiera que hayas enfrentado. Pero él sigue siendo Dios, y tú tienes a uno mayor que Salomón, presente contigo. Él es Señor sobre cada tormenta, y Él usará esa tormenta para probarte. Él está permitiendo tu crisis para ver lo hay en tu corazón.
Puedes pensar: “Pero, ¿y si mi barco, de verdad, se hunde? ¿Qué sucederá entonces?” Considera el ejemplo de Pablo en el libro de los Hechos. Su barco se hundió, pero él no perdió su vida. De hecho, se aferró a la Palabra de Dios para él en medio de esa tormenta: “El barco se va a hundir, pero te daré la vida de todos los que están a bordo”. Cuando acabó la tormenta, Dios fue glorificado por su fidelidad. Y grandes milagros siguieron, acompañado por un gran avivamiento (ver Hechos 28:1-10).
Sí, el Señor puede permitir que soportes algo que se ve absolutamente desastroso. Pero sobrevivirás, tú y tu fe, si confías en Él. Tu barco se puede hundir, pero Dios te dará la fuerza para nadar a la orilla, como lo hizo para Pablo. Todo lo que puedes perder es aquello que es material y Dios fácilmente puede reemplazar eso. Él es dueño de barcos más grandes y mejores; y Él puede bendecirte con más de lo que hayas perdido. “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo” (Salmos 55:22).
Tengo que admitir, que mientras leía la reprensión de Jesús a los discípulos, pensé: “Señor, eso no es justo. Yo recibo cartas de personas hoy, que están enfrentando terribles desastres propios. Están perdiendo sus casas, sus trabajos y sus seres queridos. De seguro no esperas que se permanezcan llenos de fe”.
Entonces el Espíritu Santo me recuerda de algún lugar abad do por la pobreza, que yo haya visitado. He visto gente viviendo en chozas y durmiendo en el suelo sucio; no obstante, tienen un gozo que nunca había visto en algún otro lugar. Ellos se regocijan en la fidelidad diaria de Dios y Él hace que su fe abunde, a pesar de todas sus pruebas.
LA FIDELIDAD DIARIA DE DIOS
ResponderEliminarAhora mismo, puede que vida pareciera un bote en medio de una furiosa tempestad, tu situación puede estar más allá de toda esperanza. La tormenta que se arremolina a tu alrededor puede ser más atemorizante que cualquiera que hayas enfrentado. Pero él sigue siendo Dios, y tú tienes a uno mayor que Salomón, presente contigo. Él es Señor sobre cada tormenta, y Él usará esa tormenta para probarte. Él está permitiendo tu crisis para ver lo hay en tu corazón.
Puedes pensar: “Pero, ¿y si mi barco, de verdad, se hunde? ¿Qué sucederá entonces?” Considera el ejemplo de Pablo en el libro de los Hechos. Su barco se hundió, pero él no perdió su vida. De hecho, se aferró a la Palabra de Dios para él en medio de esa tormenta: “El barco se va a hundir, pero te daré la vida de todos los que están a bordo”. Cuando acabó la tormenta, Dios fue glorificado por su fidelidad. Y grandes milagros siguieron, acompañado por un gran avivamiento (ver Hechos 28:1-10).
Sí, el Señor puede permitir que soportes algo que se ve absolutamente desastroso. Pero sobrevivirás, tú y tu fe, si confías en Él. Tu barco se puede hundir, pero Dios te dará la fuerza para nadar a la orilla, como lo hizo para Pablo. Todo lo que puedes perder es aquello que es material y Dios fácilmente puede reemplazar eso. Él es dueño de barcos más grandes y mejores; y Él puede bendecirte con más de lo que hayas perdido. “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo” (Salmos 55:22).
Tengo que admitir, que mientras leía la reprensión de Jesús a los discípulos, pensé: “Señor, eso no es justo. Yo recibo cartas de personas hoy, que están enfrentando terribles desastres propios. Están perdiendo sus casas, sus trabajos y sus seres queridos. De seguro no esperas que se permanezcan llenos de fe”.
Entonces el Espíritu Santo me recuerda de algún lugar abad
do por la pobreza, que yo haya visitado. He visto gente viviendo en chozas y durmiendo en el suelo sucio; no obstante, tienen un gozo que nunca había visto en algún otro lugar. Ellos se regocijan en la fidelidad diaria de Dios y Él hace que su fe abunde, a pesar de todas sus pruebas.